Hace tiempo que no sé quién es ni qué piensa esa colectividad a la que muchos articulistas de EL PAÍS llaman "las víctimas". Dice Rosa Montero en su artículo del 10 de abril, titulado Víctimas, en alusión a la polémica petición del Ayuntamiento de Ermua para que el Foro que lleva su nombre cambie de denominación, que "un Ayuntamiento que toma una resolución tan penosa y oportunista no merece que una organización civilmente admirable continúe honrándoles de ese modo". Lo sorprendente del asunto es que el alcalde de la citada población es el socialista Carlos Totorica, cofundador del Foro de Ermua; supongo que este señor por el simple hecho de ser socialista y alcalde de una localidad vasca está permanente y directamente amenazado por los criminales etarras. Sin embargo, esto no tiene ninguna importancia para la citada novelista porque ella, como otros muchos columnistas de EL PAÍS, hace tiempo que decidieron distinguir entre víctimas: las víctimas buenas -las que piensan como ellos, las que creen que todos los nacionalistas son más o menos cómplices del terrorismo, las que creen que el Gobierno de Zapatero ha traicionado a los muertos, las que nos intentan convencer de que Navarra está en peligro- y las otras víctimas -las que nunca se erigen en portavoces de las víctimas en su conjunto, las que no fulminan con ningún anatema a cualquiera que exprese una opinión distinta a la suya sobre los medios legales para terminar con el terrorismo-.
Pero ya todo es inútil, si uno quiere estar del lado de las víctimas está obligado a compartir todas y cada una de las manifestaciones de Fernando Savater, de Maite Pagazaurtundúa o de Rosa Díez. Y si leemos o escuchamos otras opiniones de personas como Eduardo Madina o de Bárbara Dürkhop, entonces ya sabemos lo que hacer: disimular, no prestarles atención y actuar como si no existiesen, vaya a ser que, sin pretenderlo, hayamos incurrido en traición a las víctimas y a la Patria entera.
Así que, a riesgo de ser acusados de felonía o de servilismo gubernamental, habrá que cuidarse mucho de enunciar crítica alguna al Foro de Ermua y a sus miembros. Cuando visite su web y lea declaraciones de su presidente, Mikel Buesa, del tenor de aquellas en las que calificaba a Pilar Manjón como "una persona perturbada", y refiriéndose a la misma señora afirmaba que debía "tener un trastorno psiquiátrico porque si no, no me explico la cantidad de disparates que es capaz de decir un día tras otro", entonces sabré que debo mantenerme fiel a esa "organización admirable" de la que nos hablan Rosa Montero y tantos otros, y desconfiar de las otras víctimas, las que al parecer se traicionan a sí mismas cada día.
En esas mismas declaraciones de Mikel Buesa de junio de 2005 y que aún pueden consultarse en la web del Foro de Ermua, este señor decía que quizás la única opción de Pilar Manjón sería "someterse a un tratamiento psiquiátrico adecuado"; probablemente los que nos resistimos a acudir a ciertas cruzadas tengamos que recurrir al mismo tratamiento. Quizás así logremos ser ciudadanos decentes que piensan lo que es debido.
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