Hasta hace muy poco tiempo, apenas unos días, uno de los mayores problemas de rivalidad que tenía la capital de España era el llamado derby madrileño, o sea, los partidos de fútbol que todos los años tienen que jugar los dos equipos de la capital, el Real Madrid y el Atlético de Madrid.
El partido se jugo el domingo pasado y fue una balsa de aceite comparado con la rivalidad existente entre los dos máximos mandatarios que tiene Madrid, por un lado la presidanta de la Comunidad Autónoma Esperanza Aguirre y por el otro el alcalde de Madrid, Ruiz Gallardón.
Parecen de distintos partidos, vamos, como cuando en Francia hay un primer ministro de un partido y un presidente de la República del contrario. Entonces se llega a lo que los franceses llaman la cohabitación. En Madrid se sacan los cuchillos sin ningún pudor y se dirimen las diferencias a cuchillada limpia, sin disimulos, da lo mismo que haya elecciones que no, lo importante es hacer sangre en el contrario aunque con esa actitud todos nos demos cuenta que los políticos del PP no están precisamente a partir un piñón, seguramente los del PSOE tampoco, pero lo importante es que no se nota tanto, es muy dura la oposición. Ya decía Churchill, en frase que ha recordado Leguina en un artículo este fin de semana, hay tres clases de enemigos, a saber: los enemigos a secas, los enemigos a muerte y los compañeros de partido. Sucede algo parecido con los compañeros de trabajo, se suele decir irónicamente, "compañero y sin embargo amigo", y es que ya se sabe "no hay peor cuña que la de la misma madera".
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