Los tiempos han cambiado mucho, a los pobres directivos-ejecutivos de antes, en cuanto se descuidaban un poco les daba el infarto. Solo vivían para el trabajo y en cuanto venía una crisis se lo tomaban todo por la tremenda y el corazón no resistía.
En su gran mayoría solían ser hombres y, para llevar la cosa bien, equilibrar con las sesiones de tortura que daban a sus empleados y quedarse con la conciencia más tranaquila se montaban sus sesiones de sado-maso, azotes, latigazos, todos recordamos aquel célebre director de periódico al que filmaron un vídeo que vio mucha gente pero que los jueces quitaron de la circulación, la cosa les salía por una pasta en esas casas de lenocinio de alto standing.
Ahora, los tiempos son otros, además de que los directivos-ejecutivos ya no son todo hombres, hay otros métodos para relajarse, los jefes se van de meditación. Se visten como un lama tibetano para ponerse en situación, luego, mucha posturita, mucho yoga, mucha meditación-relajación, en unos días como nuevos, se convierten en otras personas.
Los métodos cambian, pero al final, cuando llega la crisis el resultado es el mismo de antes, pero, eso sí, de buen rollito.
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