Mi querido niño:
La próxima vez que tengas clase de formación sexual del espíritu nacional pregunta a tu instructora, esa que se la ve el tanga cuando se encarama al autobús, si podría recibir a Pakorro a fin de convencerle de que el cambio de sexo que podrán costear las comunidades autónomas no es, ni mucho menos lo que él supone.
Pakorro lee los periódicos deprisa y mal y luego llena de viento la cabeza de tu aita. Pakorro dice que el se dirigirá al Osakidetza para que le cambien de sexo, ya que desea tener uno mayor. Le he explicado cien veces que el cambio de sexo del que habla el Gobierno Socialista de Madrid, muy informado de esta cuestión, se refiere a cambiar al hombre en mujer y viceversa.
Pero Pakorro se aferra a que se trata de otra cosa más impactante, como dotarse de un aparato genital que cause la admiración de sus compañeros de mus.
He insistido en que, aparte de que haya leído mal la información, a las mujeres les interesa relativamente la medida del émbolo, pues prefieren algo menos voluminoso pero más juguetón, cosa que Pakorro tampoco cree, ya que dice que los de Bilbao siempre han sido partidarios del levantamiento de piedras o de los toros de mucho peso.
Supongo que tu instructora sexual logrará meter en la cabeza de Pakorro lo que yo no he podido, aunque la cuestión no la veo yo muy clara, ya que Pakorro llegó a decirme en cierta ocasión que la ablación de clítoris era echarle una parrafada al chichi, dicho así, por lo fino.
Yo no sé que hacer con Pakorro y con tu padre. Ahora les ha dado por patinar con esos patines que tienen las ruedas colocadas linealmente y el otro día se han dado un castañazo que han tenido cerrada la autopista de Donosti durante toda la mañana. Ellos alegan que esa autopista está fatal de peraltes pero la Ertzaina le echó una multa de abrigo, por lo que van a organizar una manifestación. En fin así vivo.
Te quiere tu madre.
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