miércoles, junio 27, 2007

Otra dictadura

"Todavía más admirable desde el punto de vista del esperpento es la
“votación universal” para elegir las nuevas Siete Maravillas del Mundo".

"Uno lee la prensa -a veces incluso la más sobria- o ve la televisión y
enseguida se da cuenta de que la opinión pública es siempre la encargada de
inclinar la balanza, sea en referencia a lo conveniente o sea para dictaminar
sobre el Español Más Importante o las Siete Maravillas del Mundo".

"Leí que hace unas pocas semanas en un programa de televisión se eligió a través de los espectadores al Español Más Importante de la Historia y salió, como era de prever, el rey Juan Carlos. Este programa copiaba otro de la televisión norteamericana que, por el mismo método de escrutinio sentimental y analfabeto, señaló a Ronald Reagan como el estadounidense más destacado de todos los tiempos. ¡Podemos felicitarnos de que no hayan sido escogidos Popeye o el Pato Donald!"

Contra la opinión pública


No es infrecuente oír decir a dirigentes políticos que sus afirmaciones están avaladas por la opinión pública: la opinión pública exige esto o aquello, que naturalmente coincide con las tesis expresadas. Hace poco, con motivo de la ruptura de la tregua por parte de ETA, nos hartamos de escuchar argumentos contradictorios fundamentados en las demandas de la opinión pública, y en general cualquier tesis parece justificada con tal de que esté respaldada por ese manantial sagrado de nuestra época.

Después de los políticos los que más proclaman la autoridad de la opinión pública son los periodistas. A menudo, los editoriales de los medios de comunicación están salpicados por expresiones del tipo “a la opinión pública le resulta intolerable” o “es necesario tener en cuenta a la opinión pública”. Como en el caso de los políticos es obvio que los periodistas que escriben dichos editoriales tienen la certeza de que los sentimientos de la intocable opinión pública convergen con los suyos.

Junto a los políticos y a los periodistas, sacerdotes mayores, por así decirlo, de la pública opinión, casi todos los gremios se han acostumbrado a apelar a idéntica fuente de autoridad. Los empresarios saben, sin duda, lo que quiere la opinión pública; y, como es lógico, también los sindicatos. Con referentes tan esenciales cualquier asociación, cualquier colectivo, por pequeño que sea, sigue la misma pauta. Nadie quiere perderse el favor de la opinión pública y, sobre todo, nadie duda de que la opinión pública está a su favor. [ + ]

Por Rafael Argullol, escritor (EL PAÍS, 24/06/07):

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