sábado, enero 19, 2008

Contertulios sin fronteras

El verdadero contertulio es el que tiene tres tertulias de media al día. Con menos de eso eres un desgraciao.

Al contertulio sólo se le exige que sea vehemente, no respete el turno de palabra y anime el cotarro.

Ya nadie se acuerda, pero hubo un tiempo en que no existían los contertulios. Nadie se acuerda de que entonces, en ese tiempo, que a partir de ahora llamaremos a. c. (antes del contertulio), los programas se trufaban con expertos en la materia que se trataba y ya está, a tomar por culo la bicicleta. Si el programa trataba de viajes se invitaba a Luis Carandell, contertulio de la época precontertuliar; si la cosa iba de niños aparecidos se requería a Jiménez del Oso (antecedente del inefable Iker Jiménez); si iba del Papa, a Papaloma; si del corazón, a Tico; si de humor, a Chumy Chúmez; si de flamenco, a Lauren Postigo, y así seguía la lista.

(...) El contertulio se diferencia del experto en que no se le requiere para que opine sobre un campo específico, para nada; al contertulio sólo se le exige que sea vehemente, no respete el turno de palabra y anime el cotarro. Por ley, no puede haber un contertulio soso. El contertulio soso es contertulio muerto.

(...) Escojamos un contertulio al buen tuntún, Miguel Ángel Rodríguez, ese hombre. Ese hombre salta de la tertulia de Curry (esa diosa de Telemadrid supercolgada en YouTube por una juventud que no sale de su asombro) a esa otra del micrófono del coitus interruptus (¿59 segundos?) y a una charleta de madrugada en Tele 5. Preguntarse de dónde saca tiempo nuestro hombre para informarse, dado el torrente de opinión que sale por esa boca, sería una chorrada propia del siglo XX; en el siglo XXI cabe plantear el asunto en términos más humanos: ¿cuándo duerme, come, hace vida familiar, o incluso otras cosas, ese hombre? El señor Rodríguez es sólo un nombre al azar porque a mi cabeza me vienen otros, el inagotable Sopena, la agotadora María Antonia, el republicano Rafael Torres, todos aquellos que ya, olvidados de que fueron algo así como contertulios políticos, se han adherido también a las tertulias de Ostos, Mila Jiménez o Bárbara Rey, siguiendo la estela de Sarkozy, que convierte la política en prensa rosa y el cotilleo en política.

(...) Como dice el psiquiatra Trujillo, mientras a un anglosajón tardas años en conocerle, el español se te da enterito en cinco minutos; basta con que largue tres opiniones para que sepas si es de los tuyos o es un perfecto gilipollas. Así juzgamos nosotros a un contertulio: o de los nuestros, o gilipollas. Para que luego digan que no están cumpliendo una labor educadora con la ciudadanía, qué diantres.

De Elvira Lindo en el País de 13-1-08

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