Hablaba el otro día en uno de mis últimos post sobre la importancia de todas las palabras, en definitiva, de la importancia de emplear bien el lenguaje, tanto en lo referente a reglas ortográficas como en la construcción correcta de las frases, para algunas personas, por ejemplo, para mí, hay que profundizar bastante más, dadas las carencias en esos apartados de la gramática.
Todo esto me ha hecho pensar acerca de mis dos personajes favoritos en lo relativo al dominio de la lengua y gramática castellana; aunque hay muchos más y muy buenos, me gustaban Fernando Lázaro Carreter y Camilo José Cela.
Al primero le echo mucho de menos, me faltan aquellos artículos con los cuales a veces te sorprendía el país. Guardo algunos afortunadamente, en ellos sacaba los colores sobre todo a periodistas y locutores deportivos, les pinchaba pero sin herir, procurando al mismo tiempo de significar el fallo, explicar de una manera clara y sencilla el uso correcto, todo ello con una ironía de fino espada, de intelectual generoso con los fallos de los demás, era un hombre trabajador y discreto; hay autores que escriben artículos porque están enfadados con algo o con alguien, de los artículos de Lázaro Carreter, se adivinaba que se lo pasaba en grande escribiéndolos. Aquí podéis leer uno muy bueno.
A Camilo J. Cela no le echo nada de menos, lo reconozco, me gustaba su faceta de erudito del idioma, sabía mucho y era una estrella de los medios de comunicación, a diferencia del anterior, era un hombre encantado de haberse conocido, “de los que no tenían abuela” que se dice por aquí, soberbio y malencarado, en algunos aspectos parecía el Garzón de la literatura, un poco más laureado eso sí.
Era muy claro empleando la lengua, le gustaba confundir a sus interlocutores, herir, a veces con algún derecho a los que no sabían tanto como él; todavía me acuerdo que en un programa de entrevistas en televisión, dio una lección a unos que compartían programa con él, creo que J. Sabina estaba entre ellos, Cela hablaba y empleaba la palabra libido, los otros usaban líbido, (como esdrújula) y uno de ellos llamo la atención a Cela, él les puso en su sitio y les dejó en un ridículo total.
Dos estilos, dos formas de ser, dos formas de ver la vida. A mi me gusta la de Fernando Lázaro Carreter, echo de menos sus palabras ingeniosas y su didáctica manera de alumbrarnos con la gramática. Descanse en paz.
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