En los años setenta, se veía claramente que la gente se iba de los pueblos a las ciudades, en el tiempo presente se ha conseguido que los pueblecitos que había a pocos kilómetros de las ciudades ya no sean pueblecitos sino barrios que la ciudad ha engullido y vivienda de los habitantes de los pueblos más alejados de la urbe. Parece que la mitad de la población mundial vivirá en las ciudades en 2008.
Eso sí , la gente de las ciudades españolas vuelve a las casas de los pueblos que sus padres abandonaron, de veraneo, han habilitado convenientemente las casas y hasta las cuadras de sus abuelos, volviendo en verano a los pueblos de sus ancestros como si de una aventura se tratase, a presumir ante los vecinos que se quedaron lo que han progresado en las ciudades.
En esos mismos años setenta Adriano Celentano, un cantante italiano cantaba una canción que me gustaba mucho y que, además de premonitoria de lo que iba a pasar, tenía una letra muy ecologista para su tiempo. Creo que se titulaba el árbol de treinta pisos, no he encontrado ninguna referencia en internet y la traigo al blog usando mi endeble memoria.
Es por tu manía de ir a vivir a una ciudad y,
dejándonos está, tarados, la metropoli,
como tú y yo, no hay aquí, les oí decir, esos dos de ahí
vienen del pueblo, se rieron, divirtieron, pues supieron
que muy pronto nosotros también estaríamos como ellos,
paliduchos, como rascacielos con la cara de cera,
con la cara de cera, ya no hay limpia ni la estratosfera,
el infarto es la moda, quien no lo padeció, lo tendrá.
Y las fábricas, contaminado están todo el aire,
ennegreciendo un cielo oliendo que apesta,
el alcalde, asegura que la ciudad es moderna,
no hacen caso si dices, que el cemento tapó tus narices,
y así siempre será, mientras vivas en una ciudad
Ahora no respiro bien y siento como un sofocón,
el aliento se me va y no sé si me volverá,
algo veo allí que está naciendo,
es un árbol, si, es un árbol, de treinta pisos.
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