Los profesionales del mal

Decía el Cañizares, y le llamo así porque ya no sé si es obispo, o arzobispo, o monseñor, o vete tu a saber lo que es, dada la variedad de epítetos que se dan estos jerarcas tan dados a la rimbonbancia y el boato, que dar clase de educación para la ciudadanía era colaborar con el mal, así con esa contundencia, y entonces cómo se podría llamar, qué altura en ese ranking de la maldad podría alcanzar el arzobispado de Madrid a cuyo frente está el inefable Rouco después de que el Tribunal Supremo le haya declarado responsable civil subsidiario a pagar 30000 euros en la condena del parroco pederasta Rafaes S. N. que abusó de un menor cuando acudía a su casa con asiduidad para su formación religiosa y refuerzo en los deberes escolares, abusaba, según él con la excusa de que "ello era bueno y sano para el desarrollo corporal".

Hay que añadir para que al "señor" Rouco no se vea privado de ningún punto en su macabra clasificación que conocía perfectamente los hechos mucho antes de su enjuiciamiento porque le fueron denunciados por dos catequistas, catequistas que fueron expulsados inmediatamente de la congregación, esa es la catadura moral del "señor" Rouco que tiene la desverguenza de manifertarse por la familia y por el bien moral de España nada menos y que no hace nada por ayudar a un pobre niño que está siendo víctima de abusos por parte de un sacerdote que está bajo su vigilancia, bueno sí hace, lo que hace es tratar de tapar los hechos como puede, matar al mensajero y decirle al niño que nada, que olvide, que ya se hará mayor y que el tiempo lo cura todo, eso sí, que reze mucho y que no se le ocurra llevar a sus hijos a educación para la cuidadanía que es muy malo para el cuerpo y para el alma, como broche una vez juzgado y condenado el pederasta pues en vez de pagar y pedir perdón, no, todavía es capaz de recurrir, prolongando el calvario de esa pobre familia que confó en ellos, así es como ve la familia el "señor" Rouco.

Yo, ahora mismo condenaría a Rouco, a Cañizares, al cura pederasta y a toda la jerarquía católica a estudiar ocho horas diarias de educación para la ciudadanía, además, propondría el debate de que el dinero público dedicado a la enseñanza sea para sólo para los centros públicos en una educación pública igualitaria y universal para todos, eso si, dando libertad para los que quieran llevar a sus hijos a que les den clases este tipo de gente pues que les lleven pero que lo paguen de su bolsillo.

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