Las ejecutivas tiran la toalla
Me ha parecido muy interesante el artículo sobre las mujeres ejecutivas publicado por EL PAÍS recientemente. Interesante, pero a la vez triste porque es una realidad que no sólo afecta a las ejecutivas, sino también a las mujeres trabajadoras en general: la imposibilidad de conciliar. Tener que elegir es muy duro, después de haberse preparado una para la competitiva vida profesional, porque, y no nos vamos a engañar, por muchas satisfacciones que nos dé la familia (y me refiero principalmente a los hijos), la vida de ama casa "normal" es poco gratificante.
Soy española pero he residido por trabajo y por motivos familiares en diferentes países, uno de ellos, el Líbano. Pero para mi sorpresa, no ha sido éste sino Alemania, el país que más me ha decepcionado como mujer independiente y profesional. Quizás porque esperaba más del país conocido como el motor de Europa. En Alemania existe una presión social tremenda sobre la mujer para que se quede en casa en cuanto decide tener hijos. Y lo peor es que la presión muchas veces la ejercen otras mujeres que, te conozcan o no, mediante comentarios o solamente miradas llegan a hacerte sentir culpable, por el mero hecho de que quieras trabajar. Hasta existe un debate político interminable sobre el tema de si están mejor los niños con sus madres (pocos hombres cogen aquí el permiso de paternidad) o en las guarderías.
Creo que deberíamos ser nosotras, las mujeres, las que libremente decidiéramos si dejar de trabajar o no y el Estado, apoyarnos para encontrar los medios para lograr la conciliación entre la vida familiar y profesional. Son muchos años de lucha para ahora tirar la toalla. Y sobretodo, es muy triste que después de haber adquirido tantos derechos sigan decidiendo por nosotras. A veces no se trata sólo de ego o de dinero, si no de necesidad, otras de tener también el control y otras... que carallo, porque también nos gusta como a ellos la profesión que hemos elegido.
Marta Vázquez-Pimentel - Berlín, República de Alemania - 14/11/2007
A pesar que las ejecutivas y las mujeres trabajadoras en general no pueden conciliar el trabajo con la familia, a pesar que los maridos parece que son un lastre, a pesar de los pesares, "España es el décimo país más avanzado en igualdad de género".
Yo soy partidario de esas mujeres que no se quejan tanto y que se rien de si mismas y hacen bromas sobre la situación, no creyéndose nada y viviendo su vida sin hacer caso de incluso las modas que actualmente se ven y que muchos empresarios avezados práctican para sacar dinero. He aquí un largo reportaje un poco largo de el País semanal, antiguo pero de mucha actualidad con sus viñetas, que es para mi una delicia y el paradigma de muchas situaciones. La autora Empar Moliner y las dibujantes Sonika y Sonia Pulido.
NOSOTRAS, S.A.
"Para algunas ser 'mujer' es hoy una profesión rentable. Dicen que somos más listas, más limpias y más sensibles que ellos. Les colocan en los mismos roles de los que nos quejábamos y encima creen dar pasos de gigante en la liberación femenina"
Hola, amigas. La incorporación de la mujer al mundo laboral ha propiciado que surjan nuevas profesiones, y una de las más rentables es ser mujer. Se trata de ser muy pelota con las mujeres para venderles algo, que puedes ser tú misma, sin ir más lejos. Lo más rentable es hacer un libro de no ficción donde expliques lo injusto y difícil que es ser mujer sabiendo que precisamente por ser mujer te lo comprarán. Luego, como autora, podrás ir a los debates a decir que "los hombres están desorientados porque les pedimos que sean fuertes y tiernos a la vez", frase preciosa que debería ser el estribillo de la próxima canción eurovisiva pos-Rosa de España, porque nos la sabemos todas de memoria.
Ya hace años que ningún hombre normal dice que las mujeres somos más tontas que ellos. Ahora, sin embargo, unas cuantas se dedican a decir que nosotras somos más listas, y eso está muy bien porque a las tontas les encanta oírlo.
01 Cómo distinguir un producto femenino
Para distinguir un libro femenino de un libro normal miren la contraportada. En ella se habla de lo mal que hacen las cosas los hombres, y se detalla (con un lenguaje graciosísimo) lomonstruosos que son. En algunas de estas contraportadas se puede leer que los hombres "tienen un pene clavado en el cerebro", o que "la suciedad es uno de sus rasgos inherentes", o que los hombres, qué lástima, "no son como los medicamentos y no tienen instrucciones de uso". No me lo estoy inventando. Si un hombre escribiese un libro diciendo cosas parecidas, aunque fuese en broma, le denunciaríamos y le quemaríamos, no necesariamente por este orden.
Si usted es un hombre y no sólo no es sucio, no es egoísta (también sale en la mayoría de las contraportadas) o no cree tener un pene clavado en el cerebro, rectifique ahora mismo. O es que pretende boicotearnos con sus tonterías?
Ahora que casi hemos conseguido que no se generalice con los homosexuales (no. no son todos más sensibles ni promiscuos), con los negros (no, no llevan todos el ritmo en la sangre) o con las mujeres (no. no somos el sexo débil ni decimos que no cuando queremos decir que si), resulta que somos nosotras las que generalizamos con los hombres (todos sucios, machistas y obsesos sexuales). Así da gusto ser mujer.
02 Los anuncios, una cuestión de esfuerzo
Hace poco, en un periódico salía una carta al director firmada por Inma Serrano que decía que no usa el champú Sánex. ni ningún otro producto que muestre a la mujer desnuda, porque lo considera vejatorio. Puede que ustedes piensen que ese anuncio no enseña precisamente un cuerpo excitante o lascivo, pero escandalizarse y encontrar algo sexista es sólo cuestión de esfuerzo. Se trata de hacer ese esfuerzo. Háganlo y verán cómo encuentran sexista y vejatorio, por ejemplo, el anuncio de los espárragos El Gigante Verde, donde el protagonista va con un taparrabos de hojas, cosa que propicia que veamos su cuerpo, musculoso y verde, de una manera gratuita y vejatoria para los gigantes. Es un gigante-objeto. En cambio, el anuncio de Claudia Schiffer tirando las bragas sí que nos parece panoli. Y también nos pareció panoli el e mail que recibimos hace unos días invitándonos al teatro a ver Full monty (donde se hace un estripstis masculino) en una función especial que se hacía "sólo para mujeres que pasan de fútbol". Por supuesto, no fuimos porque esa noche había fútbol.
Está muy bien que algunas de estas autoras de ensayos tan femeninamente correctos salgan después en las revistas del corazón enseñando a sus hijos como un bodegón. Eso demuestra que. para ellas, enseñar a los niños es menos obsceno que enseñar los pechos, lo que es un gran paso adelante en la lucha feminista.
"Es que las mujeres somos como mucho más sensibles, como que le damos más vueltas a las cosas: yo a veces lloro y no sé por qué lloro". Es lo que dice una chica en un anuncio de compresas buenisimo. Es tan bueno que algunas estamos deseando que hagan uno de maquinillas de afeitar en el que el chico diga: "Es que ser hombre es como más guay. ¿no? Porque los hombres le damos menos vueltas a las cosas, y si tenemos que eructar, pues eructamos y ya está. y a veces no sabemos por qué eructamos. Yo. si volviera a nacer, nacería hombre".
Hay un anuncio de detergente en el que una señora conduce un coche, con su marido sentado en el asiento del copiloto. Encuentran un sitio para aparcar (en los anuncios pasan estas cosas) y ella hace una maniobra perfecta "a la primera". Ya en casa quita una mancha también "a la primera". Increíble, pero cierto.Este otro es todavía mejor: un chico con el ordenador portátil escribe su novela -en los anuncios proliferan seres que son escritores, porque hoy todo el mundo quiere ser escritor (aunque para ello tenga que escribir un libro)-, su pareja es una ejecutiva, y él. como es escritor (o sea, un vago), le tiene la ropita a punto. Lo mismo de lo que nos quejábamos nosotras, pero al revés, lo que es un paso de gigante en la liberación femenina
03 Compartir las labores del hogar
En los debates (sobre los hombres deso¬rientados), nuestras amigas repiten que hay que compartir las tareas del hogar y que los niños deberían aprender a hacer punto de abeja en la escuela. Nosotras preferiremos que estudien literatura en el colegio antes que labores del hogar. Si un niño puede aprender él soto a programar el vídeo, también puede aprender él solo a programar la lavadora.
Pero seguramente nosotras vivimos en un mundo raro: los hijos y las hijas de nuestros amigos están educados en igualdad, sin ninguna distinción por razón de sexo. El señor del bar. el matrimonio de la charcutería, los dos chicos del otro bar -que son novios . son gente normal como nosotras que ni se plantean lo de compartir tareas (es evidente que las comparten).
Si el charcutero no fregase y tuviese que fregar la charcutera. ella comprendería que el charcutero no le interesa como pareja. Pero es evidente que la charcutera y nosotras convivimos con unos hombres que son distintos a los que conviven con las autoras de ensayos.
Mis amigas y yo. siempre que vemos a estas políticas, duquesas o esposas de altos cargos que dicen que. por supuesto, comparten las tareas con sus maridos, nos partimos de risa. Com partir las tareas del hogar cuando tienes señora de la limpieza, ahora llamada asistenta, es lo más bonito del mundo. Si. casualmente la de la limpieza es también una mujer, pero de ella se hablará en otro debate.
04 Ally McBeal y las demás
Lo último entre las modernas es des¬preciar el personaje de Bridget Jones, pero normalmente las que io despre cian es porque también han hecho o están haciendo una novela o ensayo sobre la mujer, pero que "va más allá". Ally McBeal, en cambio, todavía tiene crédito entre ellas.
Ally y Bridget tienen la gracia -se supone- de no esconder su deseo sexual. Esto a los consumidores les parece novedoso porque es la primera vez que lo ven en una mujer de ficción. Lo que no quiere decir que Aristófanes no lo hubiese dicho antes o que la primera frase de Garras de astracán "desde que soy tortillera veo la vida de otra manera"-, de Terenci Moix. sea más revolucionaria que la colección entera de vídeos de Ally En realidad, ni Bridget ni Ally son nada progres. Están buscando marido, no conciben vivir en pareja de hecho y las pocas veces que duermen con un hombre (porque casi nunca están preparadas) lo hacen en pijama de cuello alto.
Se pasan el día haciendo pucheros y tonterías. ¿En qué se diferencia Ally McBeal de Meg. la de Mujercitas? En nada, excepto en el peso y la marca de los trajes. Su idea del mundo es la misma. La misma que la de las heroínas de Barbara Cartland (que. por lo menos, no engañan a nadie). ¿Recuerdan el personaje de Katharine Hepburn en Luna nueva?Es una mujer contradictoria, divertida, inteligente, decidida y buena profesional. Comparándola con Ally dan ganas de echarse a llorar (porque al ser mujeres tenemos la ventaja de que a veces lloramos y no sabemos por qué).
05 Ultranacionalismo femenino
El nacionalismo está muy mal visto en general, y muy bien visto en algunos ca sos particulares. En los casos particulares en los que está bien visto no se le llama nacionalismo, sino amor y lógico orgullo por lo tuyo. Desear que respeten lo tuyo es lo más normal del mundo, y a todos nos molesta mucho que no lo hagan: pero creer que lo tuyo es mejor que lo de los demás es aburrido. Woody Allen no parece un nacionalista judío (normalmente los individualistas no son nacionalistas) precisamente porque da por supuesto que hay que respetar sus costumbres, su lengua, su particular manera de ser y su historia. Pues claro.
Sabe que en el mundo hay nazis, pero bromea sobre lo imbéciles que son. Sabe que su pueblo sufrió el peor exterminio de todos los tiempos, pero eso no impide que ahora haga chistes sobre judíos, en tanto que judío. ¿No está bien esa manera de ver la vida? A mí me gustaría que las mujeres actuasen del mismo modo. Nos han oprimido y nos siguen oprimiendo en algunos lu¬gares del mundo, pero nosotras podemos bromear sobre nosotras. Así que ahí va un chiste. ¿Saben por qué las mujeres vemos las películas pornográficas hasta el final? Para ver si los protagonistas terminan casándose.
06 Adiós a la bofetada de Gilda
Para ser coherentes con este mundo light que nos ha tocado podríamos prohibir Gilda. La bofetada que le dan a Rita Hayworth no es politicamente correcta, fomenta los malos tratos. Si se la diese hoy Javier Bardem a Penélope Cruz (es un suponer) en una película española acabada de estrenar saldría ei los periódicos. ¿O no?
También podríamos prohibir la película Bodas reales, de Stanley Donen. En ella, el personaje de Fred Astaire acompaña a Annie. la mujer que le gusta, al bar de su padre. El hombre, al saber que el apellido del personaje de Astaire es Bowen. dice: "Yo conocí a un tal Bowen, Willie Bowen: se casó con una chica a la que conocíamos. Gladys Auxley Fueron felices durante años. Una noche, el bueno de Willie la tiró por la ventana: nadie sabe por qué. pero siempre supuse que estaban discutiendo". Si esta frase saliese en una teleserie de ahora se acusaría al autor de hacer apología de los malos tratos. En cambio, en un teatro de Barcelona hay una obra llamada Matem els homes (Matemos a los hombres), y a nadie se le ocurre decir que fomenta la violencia de género.
A algunas nos parecen mucho más libres y feministas las películas norteamericanas de los años treinta y hasta el final de la guerra (sobre todo las de Stanley Donen. Ernst Lubitch. George Cukor. Howard Hawks o Mitchell Leisen) que cualquiera de las de ahora.
Puestos a prohibir, se podría prohibir también el libro de cuentos de Patricia Highsmith Pequeños cuentos de misoginia (se tradujo erróneamente como Pequeños cuentos misóginos), y luego podríamos quemar las Memorias de un amante sarnoso, de Groucho Marx, empezando por el vejatorio capítulo sobre las coristas. Y por supuesto, los cuentos de Dorothy Parker, una autora acida y con una mala leche increíble con las mujeres. Me hubiese gustado saber su opinión sobre los libros acerca de lo poco que nos comprenden los hombres. Supongo que se habría muerto de risa.
07 Epílogo para todas y todos
Por cierto. En este artículo debería haber hablado de todas y todas, porque parece que. si hablas de todos, las mujeres no se sienten representadas. Lo hubiese podido hacer, pero ¿qué hay que decir primero: todos o todas? Si digo primero todas estoy siendo machista porque pongo a las mujeres primero, como en los naufragios, y resulta que las mujeres no queremos trato de favor. Pero si digo todos primero, en realidad estoy dándole otra vez ventaja al macho, que va siempre delante. Propongo hacer como la gran transformista Divine, que trata en femenino a hombres y a mujeres.
Espero verles de nuevo en otro especial de EPS. esta vez llamado Cien por cien hombres.