domingo, marzo 11, 2007

De homologaciones

En la sección de Cartas al director de El país se pueden leer estas dos cartas:


En julio de 2006 inicié los trámites para homologar mi título de licenciada en Matemáticas, obtenido en la Universidad Estatal de Minsk, capital de Bielorrusia. Hace unos pocos días se me comunicó que tal convalidación no era posible por diferir los programas oficiales de mi país y España. Se ponían como ejemplo asignaturas que sí figuran en mi currículo, lo que me hace concluir que en el departamento ministerial encargado de estas cuestiones se trabaja o sin respeto a la verdad o sin ser experto en la materia: entre la mendacidad y la chapucería.

Tamaño rigorismo evaluativo dice muy poco en favor de este país -al que estoy ligada por un vínculo matrimonial-, que parece encontrarse más seguro yugulando las expectativas de trabajo de extranjeros con un grado de cualificación sustancioso. La cerrazón oficial me condena a que se me asigne el ridículo rótulo de "estudios primarios incompletos", a mí, que además hablo seis idiomas y tengo la carrera de piano. El ombliguismo fatuo que evidencia esta oficina es una muestra de alicorta soberbia de campanario, rancia y casposa, impropia de un país moderno con una sociedad abierta.

El nivel educativo de España adolece de graves carencias y puede alcanzar, especialmente en sus tramos inferiores, insondables simas que deberían sonrojar a quienes gestionan la enseñanza. Compárese con el rendimiento escolar de un modesto pero digno país como Bielorrusia, u otros procedentes de la extinta URSS, como Rusia o Ucrania. Garantizo, para quien tenga el coraje intelectual de embarcarse en esa empresa, que se pueden obtener turbadores resultados para España, muy proclive a la endogamia corporativista, la arrogancia pueblerina y el ensimismamiento cultural.

Que nadie se ofenda. Amo a este país, pero sus prácticas consuetudinarias abundan en la impostura y la soberbia del ignorante. He dado clases en un colegio universitario de Minsk durante siete años y aquí ni siquiera me quieren homologar un título que, dicho sea de paso, es de factura superior al equivalente español. Nadezhda Eduardovna Taranko. Santa Cruz de Tenerife.

Y la otra de Erik Coenen de Madrid.

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