No nos podemos poner en el lugar de las víctimas del terrorismo, aunque comprendamos su dolor, nunca, si no nos vemos involucrados en un acto de terrorismo podremos sentir la intensidad de su sufrimiento. Por esta razón están en su derecho y razón para decir lo que dicen, que no quieren negociar con ETA el fin de la violencia.
Dicho esto, también los que no hemos sido víctimas directas estamos legitimados para estar a favor de que se produzca esa negociación. Queremos que de una vez por todas se acabe, si se puede con un buen pacto, terminar con el terror etarra en el que llevamos inmersos cuatro décadas. Se nos quiere convencer que para erradicar ese terror la única solución válida es la policial, los hechos demuestran lo contrario, cada año aumenta el número de víctimas.
Se dice que un Gobierno no puede negociar con terroristas, que es una aberración, pero hay precedentes de muchos gobiernos que lo han hecho y no les ha ido tan mal.
Hemos llegado a la situación en la que las víctimas se comportan como un partido político más, convocando manifestaciones, que, se producen siempre que no está el PP en el poder, dándonos a todos mucho que pensar ¿Por qué no convocaron las mismas manifestaciones cuando Aznar llamaba a los terroristas Movimiento Vasco de Liberación Nacional y mandó a Zarzalejos y Arriola a Suiza a hablar con los asesinos?
¿Es que lo que no quieren es que se acabe nunca con el terrorismo y, que si se acaba, no sea el PSOE el que se ponga la medalla?. Lo prioritario debe de ser la paz no luchas de patio de colegio.
En España hubo en el 1978 un pacto para que todos los españoles nos olvidásemos de los crímenes y aberraciones que se cometieron desde el fin de la guerra civil, donde las víctimas, que eran muchas, nunca recibieron dinero ni reconocimiento por ello, fueron generosos y estuvieron de acuerdo con una ley de punto final que tan buenos resultados ha dado para la prosperidad de España. Si ellos pudieron las demás víctimas también tienen que hacer el esfuerzo si lo que se consigue es bueno para el bien común.
Es muy sospechosa la actitud del presidente de la AVT, el Sr. Alcaraz, parece por su talante torticero que no le interesa que esto acabe pues de esta manera, igual se le termina ese cómodo puesto con viajes, despacho y dinero que gastar, además del reconocimiento político del PP que, algún día le agradecerá los servicios prestados de acoso y derribo al partido socialista.
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