Los problemas surgidos a raiz de la publicación de las caricaturas de Mahoma, en las que se pone el acenteo sobre la idea de que, un seguidor de Mahoma es lo mismo que un terrorista, cada día han ido subiendo en intensidad.
Las tímidas y tardía excusas pedidas, las apelaciones a la calma desde muchos puntos del planeta no han servido para que la comunidad musulmana se sienta menos humillada, primero en lo político, con las invasiones de Afganistán, Irak y el limbo de Guantanamo y luego en lo espiritual viendo como se criminaliza su fe.
Por qué la prensa de once estados de la UE, propaga a los cuatro vientos, con cinco meses de retraso, unas caricaturas que se saben hirientes de antemano; se dice que para dejar bien claro el derecho a la libertad de expresión, pero si nos atenemos a otras actuaciones de los medios de todos estos países censurando material sensible de otros ritos religiosos o en cuestiones de vulneración de derechos humanos, no se puede sostener esta tesis.
Más bien parece que se quiere dar una imagen de que toda la gente de esos países musulmanes van del brazo de sus gobernantes, que además no respetan sus derechos, ni libertades, para librar una batalla contra Occidente, buscando con ello que el ciudadano europeo al final piense que el caricaturista danés tenía algo de razón con lo que prende la idea del odio del europeo a todo lo musulmán, que en el fondo es lo que se pretende.
Por lo pronto lo que ganamos los ciudadanos europeos es no poder viajar a esos países, que el poder aproveche para aprobar más normas restrictivas de nuestra libertad, con la excusa de la seguridad y que ya se esté hablando de crear un consejo audiovisual que coarte los contenidos de los medios, veremos si después defendemos tan numantinamente la libertad de expresión.
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