Aquí a la izquierda se puede ver a mi amiga Maite, nombre supuesto, es un dibujo que la he hecho pues a ella la da mucha vergüenza que la hagan una foto en esas condiciones.
El problema de Maite empezó al morir su abuelo que vivía en el pueblo, bueno de eso se ha dado cuenta ahora, su abuelo murió hace dos años y ella ha llegado a esta conclusión después de pasar con indisimulada ansiedad por la tortura de un vasto recorrido de consultas médicas.
Después de tantos médicos, el último, que es un cruce entre House y Vilches de hospital central, de esos que parece que están enfadados contigo, pero que son unos buenos profesionales y no están tranquilos hasta que no te hacen un diagnostico correcto, le consiguió centrar el problema.
En principio parecía simple, todos veían en ella una candidata del azote moderno, la anorexia nerviosa, la ingresaban en un centro especializado en el cual enseguida le daban el alta, diciéndola que no, que no era ese su problema, ya que, ella no desprecia la comida, ni vomitaba, sería un virus, dijeron algunos, ya se sabe cuando algo que es obvio que está ahí y los médicos no saben lo que es, es un virus; pues no, y ahí hay que romper una lanza por la medicina por averiguarlo, a ella, lo que le pasaba es que su organismo no digería los alimentos, pero ¿porqué le pasaba eso? desde hace dos años y antes no, la razón es como siempre muy simple, que su abuelo tenía una huerta, tenía animales y abastecía de vituallas a toda la familia, una vez que murió nadie se hizo cargo y en casa tuvieron que empezar a alimentarse de lo que compraban en los supermercados y ahí su estómago protestó y se negó a trabajar, no podía con esos huevos descafeinados de gallinas presas, ni con esos vegetales con todo tipo de productos químicos, ni con esa carne de pollos drogados u hormonados hasta las uñas, ni con toda esa serie de productos light, un día llego a ver en las estanterías, con horror, nata desnatada.
Y qué hacer, que tratamiento puede ser bueno, pues se dedica a conseguir productos lo más naturales posible, hasta se ha hecho amiga de un señor de un pueblo cercano que tiene una vaca, con lo difícil que es tener una sola vaca, con eso tiene desayunos y meriendas logrados, tiene otro contacto que le provee de patatas y miel de las naturales. Trabaja por surtirse de vegetales como los de su abuelo, está en ello, ya ha cogido un par de kilillos más. Le está saliendo un poco caro, pero, qué medicina no lo es.
Ya saben, mejor no acostumbrarse a comer productos naturales, es un lujo al alcance de pocos y si en un momento dado, fallan, les pasará como a Maite.
Empieza ya a saberse y lo que es más importante, a decirse, las dimensiones del problema.