Una égloga en el monte gorbea.
La historia de amor de dos pastores de Arratia enviados durante tres semanas a las faldas del Gorbea para contar ovejas podría alzarse con siete galardones en la fiesta del Cine Vasto que se celebra poco después de los Oscars.
Según el director, que no ha querido ni dar la cara ni firmar con su nombre en el cartel de la película “Arratia Mountain” describe la tierna relación sentimental que nace entre los protagonistas y entre éstos y los animales en un paisaje de égloga que sin duda ayudará a lanzar Euskadi como destino turístico para personas de apetencias poco comunes. Es la primera vez que un director autóctonos trata un tema tan delicado, ya que al primero que lo intentó le quemaron el todoterreno y le dispersaron las ovejas mientras rodaba los exteriores.
Ahora, con el patrocinio de la sección de cárnicos de las supermercados Eroskiki y protegidos por la guardia petroniana de Proseguir, ha podido ver la luz esta joya del celuloide que describe, con minuciosidad hiperrealista, las estrechas relaciones que se crean entre los pastores y sus rebaños. La crítica ha destacado la gran cantidad de matices psicológicos que el director ha logrado obtener de los actores y, fundamentalmente, de las ovejas, cuya interpretación está a la altura de las estrellas más rutilantes del Actor’s Studio.
La hostoria alcanza su cenit dramático cuando los pastores son incapaces de precisar su número, ya que donde uno ve un rebaño de 1.700.000 borregos, otro apenas vislumbre 100.000. Tras la agria disputa deciden contar las patas y dividir el resultado entre cuatro. Es en este trajín cuando entran en contacto con dos latxas que les robarán el corazón. A raiz de aquí, la acción se encarrila hacia una comedia de enredo en la que no faltan los números musicales con los rumiantes saltando entre los riscos mientras los pastores las persiguen balando en paños menores. No les contaré el final para no estropearles la sorpresa.
Para menores con reparos.
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