miércoles, octubre 05, 2005

Estatut, peligrosa incosciencia

Recomiendo leer este artículo de un autor al cual no soy muy aficionado y que puede que eche un poco más de leña al fuego de la discusión del Estatut Catalán, pero que es muy interesante, incluso para los catalanes que les guste la ecuanimidad y la convivencia pacífica.

Un par de párrafos de la segunda parte: Himnos tribales y silencios ciudadanos.

"En un ejercicio de malabarismo cínico, los mismos que consideran una injerencia intolerable de sus vecinos españoles que se vote en las Cortes un nuevo Estatuto de Cataluña se sientan en los escaños de ellas para colarse en la vida cotidiana de los sorianos, los leoneses o los andaluces mediante el simple procedimiento de votar los presupuestos del Estado. De modo que quienes reniegan de España y confiesan como destino propio independizarse de la madrastra que les oprime, aprietan el botón que decide la suerte de las inversiones, de la protección de desempleo o de las pensiones que afectan al conjunto de los españoles. Como en cualquier teatro del absurdo, las palabras no significan nada: «La cantante calva sigue peinándose», decía Ionesco..."

Mientras los nacionalistas continúan peinándose, la cruel realidad golpea Cataluña bajo la forma, recogida en un informe sobre envejecimiento y vivienda, de más de seiscientos mil ancianos que naufragan en edificios ruinosos, sin agua corriente ni ascensor. En las últimas elecciones generales ERC obtuvo la misma cifra de votos. Mientras más de seiscientos mil catalanes viven en la ignominia social en edificaciones no accesibles, Carod Rovira representa a otros tantos catalanes que consideran fundamental redactar un nuevo Estatuto y afirmarse como nación y que amenazan con una guerra civil si no se atiende a sus demandas. Se dirá que una cosa no excluye la otra, pero me atrevo a suponer que esos más de seiscientos mil motivos de vergüenza para Cataluña no suponen que la redacción de un Estatuto que afirme los derechos históricos del Principado sea aquello en lo que deba entretenerse la elite política (...)

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