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Niños y adolescentes cargan diariamente con una media de siete kilos de libros y cuadernos.
Van como los caracoles o las tortugas, con la casa a cuestas. Todas las mañanas, a medio despertar, en dirección al colegio o al instituto. Son mochileros a la fuerza. Al mediodía, o por la tarde, vuelta al hogar, también tronzados por el peso: una media de siete kilos, según dicen los estudios y comprueba este periódico. Tienen entre ocho y 18 años y son los sufridos escolares que utilizan mochilas para transportar su material escolar. La norma: un libro y un cuaderno por asignatura, en dos direcciones, cada día lectivo.
El treceañero Eugenio Mosniy, por ejemplo, reconoce que los primeros de clase le dolían los hombros, aunque ya se ha habituado a su caparazón de lona resistente y sólo le hace sudar «algunos días» y cuando enfila el último tramo antes de arribar al instituto, la calle, ligeramente empinada, de Camilo Alonso Vega.
El jueves, la balanza desveló que él, con cazadora y playeras, estaba en los 45,9 kilos. Con el macuto al hombro, los kilos llegaban a los 52,6, lo que supone que llevaba un sobrepeso de 6,7 kilos. Con ellos cubre el trayecto de 15 a 20 minutos entre su casa al centro educativo. Francisco Javier de la Vega, también de 13 años, se quejaba de que le cuesta «un montón» el porteo de sus pertenencias, que arrojan 6,6 kilos en la balanza. Él, sin embargo, sólo tiene cinco minutos de paseo hasta su domicilio. [ + ]
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