Creo que el enfoque de su editorial Ingenierías (el País) del jueves 12 de abril es parcialmente incorrecto.
En primer lugar, no creo que sea necesario realizar un cambio de titulaciones buscando su homologación con los principales países europeos. Lo que la declaración de Bolonia exige es que se definan procedimientos claros, sencillos e inmediatos para que los estudios realizados en un Estado puedan ser reconocidos en los restantes Estados de la Unión. Se trata de favorecer la movilidad de los estudiantes y de los trabajadores, no de que exista la misma carrera con el mismo nombre y con el mismo plan de estudios en todas partes. Para ello no hay que modificar ni las actuales titulaciones de cada país ni su estructura académica. Basta con adecuar y flexibilizar los decretos que regulan el reconocimiento de estudios cursados en el extranjero.
En segundo lugar, no somos el único país de la Unión en el que hay dos tipos de ingeniería. Lo mismo sucede en casi todos los países, y de forma señalada en Francia y en Alemania. Hasta donde yo sé, ninguno de estos países se proponen eliminar los estudios superiores de ingeniería. Así que no sé exactamente con qué se supone que nos estamos homologando.
En tercer lugar, no creo que haya un enfrentamiento generalizado entre los colectivos de ingenieros técnicos y superiores por las atribuciones profesionales. Creo que cada uno es consciente de cuáles son sus capacidades y sus limitaciones, y el mercado de trabajo acaba situando a cada individuo en la posición que le corresponde. Pero es indudable que existen legítimos intereses corporativos, por lo que las expectativas de que se produzca una reforma de este tipo acabarán provocando serios (y agrios) enfrentamientos.
Por último, no entiendo cómo se puede hablar con tanta alegría de eliminar los títulos universitarios que funcionan mejor en nuestro país. Nuestros estudiantes reciben una formación muy sólida, encuentran trabajo inmediatamente y tienen éxito profesional tanto en España como en el extranjero. Entonces, ¿cuál es el problema.
Fermín Luis Navarrina Martínez (Catedrático de Universidad) - Oleiros, A Coruña - 14/04/2007
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