jueves, febrero 17, 2005

H. sapiens 195.000 años( teoría del simio acuatico)

Científicos demuestran que dos cráneos encontrados en 1967 tiene 195.000 años de edad, convirtiéndolos en los restos más antiguos de humanos modernos jamás hallados.

La aproximación de las edades procede de una reevaluación hecha de las capas de roca en Etiopía donde se encontraron los fósiles.

Los cráneos, bautizados Omo I y II, retroceden la presencia de Homo sapiens en África unos 40.000 años.

"Estas son las muestras más antiguas de nuestra especie que se conocen y apuntan a que vivieron mucho antes aún", comentó el director de editores de Nature, Dr. Henry Gee.

"A medida que la anatomía del humano moderno es documentada en épocas más antiguas, se vuelve evidente que hubo un gran lapso de tiempo entre la aparición del esqueleto moderno y el comportamiento moderno".
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TEORIA DEL SIMIO ACUATICO

el eslabon perdido podría estar en el agua.

Es aceptado por la comunidad científica que el hombre se desarrolló como tal luego que un grupo de primates dejaran la selva para internarse en la sabana. Varios estudiosos han elaborado hipótesis que tratan de explicar porqué los humanos desarrollaron las adaptaciones que los diferencian tanto de sus lejanos hermanos los monos.Alistair Hardy no estuvo muy de acuerdo con ninguna de ellas, y aunque la antro-paleontología no era su especialidad se atrevió a pensar que los humanos podríamos descender de un primate que pasó bastante tiempo en el agua.

Los argumentos de la “Teoría del Mono Acuático” son contundentes. Los humanos somos muy diferentes a los animales de la sabana y en cambio tenemos muchas afinidades con los mamíferos anfibios. Al igual que los mamíferos marinos, tenemos muy poco pelo en el cuerpo, poseemos 10 veces más grasa que los otros primates, e incluso más al nacer. A diferencia de la grasa común en otros simios, la nuestra es grasa subcutánea que forma parte de la piel y se desprende con ella. Se trata del tipo “grasa blanca” (white fat) que no suministra energía inmediata y sirve más bien como aislamiento térmico y para ayudar a flotar (como en los mamíferos acuáticos). Para el desarrollo cerebral requerimos ciertas substancias que sólo se encuentran en los peces y mariscos (como el ácido eicosnoico).


La hipótesis del hombre acuático fue tachada de absurda e incongruente por la mayoría de los antropólogos, por lo que Hardy prefirió arrinconarla en el cajón de su despacho hasta que surgieran nuevas evidencias a su favor. No obstante, sus revelaciones no cayeron en saco roto. Elaine Morgan, una dramaturga del sur de Wales, quedó prendada de la posibilidad de que el hombre naciera en alguna playa africana. Durante años, dedicó gran parte de su tiempo a recabar datos y publicar libros en defensa de la hipótesis de Hardy. En sus pesquisas autodidactas, Morgan comparó la anatomía, la bioquímica y la fisiología del hombre actual y otros animales. La constancia dio sus frutos.Descubrió, por ejemplo, que el ser humano posee un número de adipocitos -las células almacenadoras de grasa- 10 veces superior del que cabría esperar en un animal de su talla, lo que nos convierte en los primates más grasientos. De hecho, el bebé humano ya nace con una buena capa lipídica, única dentro de los primates. Además, esta capa subcutánea no está compuesta por grasa gris, sino blanca que, aunque no resulta útil como aislamiento térmico, sí lo es para la práctica del buceo.
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