Cual es el propósito de la administración pública en la economía estadounidense Para muchos, hoy en día está claro que una reducción del sector público es invariablemente mejor para la economía y para la nación.
Pero es difícil aceptar esta opinión de que la administración pública es siempre una amenaza económica. Todas las economías capitalistas prósperas del mundo presentan una alianza activa entre el Estado y las empresas. Incluso cuando la administración pública estadounidense era reducida, en el siglo XIX, construyó canales, subvencionó líneas férreas, hizo accesible la propiedad privada de la tierra, y desarrolló un sistema de educación pública ampliamente envidiado.
La economía estadounidense sigue cambiando radicalmente. Pensemos en los pasados 30 años. Lo normal ahora es la familia de dos trabajadores, en gran medida porque un solo salario ya no es suficiente. La calidad de la educación pública es enormemente desigual. Y los costes sanitarios crecen con mayor rapidez que las rentas. Un mayor uso de los mercados puede ayudar a resolver parte de estos problemas. Pero también será necesario un uso juicioso e imaginativo del gobierno. Sin embargo, éste está siendo descartado como alternativa.
Consideramos el índice de libertad económica publicado anualmente por la conservadora Heritage Foundation y por The Wall Street Journal, que ofrece una lista de más de 150 países basada en el nivel de injerencia estatal en la economía. Cuanto más bajos sean los impuestos, cuanto más reducidas sean los obstáculos al libre comercio y cuanta menor sea la porción del Estado en el Producto Interior Bruto, por ejemplo, más arriba está situado el país en el índice.
Comparemos los diez países situados más arriba en dicho índice con los diez países más competitivos de la lista recogida por un grupo empresarial internacional, el Foro Económico Mundial. El índice de competitividad establecido por el foro se basa en una encuesta de opinión a ejecutivos empresariales, así como en mediciones de adelanto tecnológico y otros factores. Sólo tres de los 10 países más competitivos se encuentran en el índice de naciones más liberalizadas publicado por la Heritage Foundation. Se trata de Singapur, Dinamarca e Islandia. De hecho, algunos países como Finlandia, Suecia y Noruega, con elevados impuestos y generosos sistemas de bienestar, están considerados por los ejecutivos entre los 10 países más competitivos del mundo. ¿Por qué? Porque usan su gasto público para mejorar la educación, por ejemplo. En lugar de buscar papeles nuevos para el Estado, la derecha vuelve cada vez más al mantra de su reducción.
Si nuestros políticos se dieran cuenta de que la misión del Estado es adaptarse al cambio, e incluso promoverlo, podrían por fin enfrentarse con éxito a los problemas del país, por ejemplo, parece improbable.
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Jeff madrick es el director de “Challenge Magazine”,
imparte clases en Cooper Unión y la Vew School University.
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