Larry Summers, rector de la Universidad de Harvard (EEUU) declaró hace unos meses que las mujeres no estaban capacitadas para las actividades científicas. Las diferencias biológicas entre sexos podían explicar, según él, por qué tan pocas mujeres accedían a carreras científicas o ingenierías. El rector levantó tal polvareda que se vio obligado a rectificar y manifestó que sólo se trataba de una “provocación”. “ Es vergonzoso que e rector de una de las grandes universidades estadounidenses diga eso. Pero lo más trágico es que en los cuatro años que lleva de rector el porcentaje de nuevos puestos ofrecidos a mujeres en Harvard ha caído de más del 30% a un 13%. No es que piense y diga que las mujeres no tienen capacidad para las ciencias, es que obviamente aplica discriminación en su medio. Existe un colectivo de varones de cierta edad que es impermeable a los cambios, aunque cada vez hay más hombres que empiezan a entender que todos perdemos con estas decisiones”, dice la médica Flora de Pablo, investigadora de CSIC y presidenta de la Asociación de Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) .
En España hay, según datos optimistas, unas 30.000 investigadoras –aproximadamente un tercio del total de 90.000 investigadores existente-. Es cierto que en ingeniería todavía existen diferencias, sin embargo, en ingeniería informática abandonan mucho menos las chicas que los chicos, con lo que el tópico de que no es una carrera para mujeres falla... Y en determinadas escuelas, como arquitectura, se han roto los esquemas”, asegura De Pablo.
De Pablo cuenta una anécdota que considera significativa. En EEUU, cuando se hacen audiciones para grupos musicales, si los evaluadores están con los ojos tapados, e ignoran si el que toca es hombre o mujer, se selecciona de 30% al 50% más de mujeres...
Científicas invisibles
Pocos recuerdan hoy en la época de los ordenadores, que Ada Augusta Lovelace, hija del poeta Lord Byron, fue la primera programadora de computadoras de la historia, o que Hedy Lamarr, la bella y glamourosa actriz que reinaba en el Hollywood de los años cuarenta del pasado siglo, invento y patentó, en 1941, un sistema de comunicaciones secreto para impedir la detección del lanzamiento de torpedos.
A finales del siglo XIX el observatorio astronómico más importante del mundo, el de la universidad de Harvard, inició un sistema de clasificación de estrellas del firmamento que iba a revolucionar la astronomía. Ese trabajo lo hicieron mujeres y lo hicieron porque había poco presupuesto y las mujeres cobraban menos. Se llamaban Anna Palmer Williamina Fleming, Antonia Maury, Annie Cannon Yenrietta Leavitt y cobraron por su trabajo importantísimo 25 y 35 centavos hora, como un obrero medio.
El nombre de Rosalind Franklyn, la experta en rayos X que con sus fotografías posibilitó a Watson y Crick descubrir la estructura de doble hélice de ADN, es más conocido porque en los últimos años ha sido reivindicado por otras científicas, pero su nombre no aparecía en las historias del descubrimiento del ADN no obstante su papel capital.
“Lo que más llama la atención es que ha habido muchísimas mujeres en la historia que se han dedicado a la ciencia en todas las disciplinas: alquimistas, astrónomas, médicas, botánicas, paleontólogas, matemáticas, teólogas, y sin embargo son poquísimos los nombres que conocemos. La mayoría de sus trabajos se han atribuido a sus padres, hermanos, maridos, compañeros o amantes. Hasta la primera mitad del siglo XX sólo aparece citada en la historia de la ciencia Marie Curie. Durante siglos los historiadores de la ciencia ocultaron sistemáticamente esta presencia femenina”
La matemática Émilie du Châtelet ha pasado a la historia como la amante de Voltaire, pero trabajaban juntos en investigaciones de física y matemáticas.” Se presentaron por separado, con dos trabajos distintos, a un concurso de física en París, y fue mucho más brillante el trabajo de Châtelet que el de Voltaire”.
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