Uno de los dichos más injustos y manipuladores del castellano es el que afirma que la prostitución es el oficio más viejo del mundo, porque pretende presentar como oficio lo que históricamente ha sido, y sigue siendo, la esclavitud más antigua del mundo. Uno de los primeros en denunciarlo fue Victor Hugo, asombrado de que los hombres pudieran dar por erradicada la esclavitud en Europa mientras que decenas de miles de mujeres seguían siendo transportadas como ganado, de provincia en provincia y de burdel en burdel.
Han pasado 125 años y el desgraciado dicho sigue haciendo fortuna y provocando confusión. Porque si se mira con los ojos de Victor Hugo, se comprende mucho mejor por qué tantos grupos de mujeres consideran que la solución no consiste en regularizar la prostitución, sino en combatirla, y por qué están tan preocupados ante el anuncio de que el actual Gobierno se plantea la posibilidad de considerarla un trabajo "normalizado". [ + en red feminista ]
Soledad Gallego-Díaz. El País
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