La muerte hacía pesadamente su trabajo ese día, llevaba el arco y las flechas con las que apuntaba a los que les llegaba su hora, estaba cansada, había sido un día muy duro. Cuando se hizo de noche le apeteció descansar, encontró una cueva, entró, se quitó el arco y las flechas, los puso al lado y se durmió.
Ese día Cupido también tenía mucho trabajo, la gente se enamoraba y ahí estaba él con su arco y sus flechas que usaba para, apuntar al corazón de los enamorados y traspasarle, poniendo a los ensartados en ese estado de arrobamiento celestial en el que se encuentra todo aquel que lo alcanza. Iba andando, estaba cansado, vio una cueva y se dijo voy a echar una buena cabezada y mañana será otro día. Entro, se veía muy poco, pero no le importó dejo el arco y las flechas a un lado y se durmió.
A la mañana siguiente se despertaron los dos y se saludaron pues el azar quiso que se encontrasen en la misma cueva, charlaron un poco y cuando se disponían a reanudar la marcha y coger cada uno su arco y sus flechas se dieron cuenta que los dos eran idénticos y que lo habían dejado el uno cerca del otro.
Tenían un gran problema pues las flechas tenían unos efectos muy distintos, cogieron cada uno un arco y seleccionaron las flechas que creían suyas, se despidieron cordialmente poniéndose los dos en marcha a cumplir con su quehacer diario.
La muerte encontró un hombre mayor al cual le había llegado su hora, sacó una flecha, apuntó a su corazón y lo que pasó es que, ese hombre se enamoró, en un momento en el que no le correspondía, ya que la flecha era una de las que había tomado confundidas con las de Cupido.
En otro sitio de la ciudad Cupido cumplía también con su labor, encontró a un joven que estaba en el trance de enamorarse, le apuntó al corazón y disparó, al momento el joven cayo muerto, pues la flecha era una de las que tomó confundidas con la muerte. El pobre chico murió cuando su hora todavía no había llegado.
Eso fue lo que pasó el 11 de marzo de 2004, mucha gente murió cuando de verdad no le tocaba, alguien confundió las flechas y se alteró el orden natural de las cosas.
Historias de Ismael Serrano en sus conciertos.
"Calzado con zapatones de madera de fresno y suela de piedra. Porta una honda y un catalejo. Ayuda a encontrar los objetos perdidos por la personas buenas, pero no socorre a quienes tengan mala intención, burlándose de estos desde su escondite en la espesura".
domingo, junio 05, 2005
Las flechas del 11M
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