viernes, diciembre 09, 2005

El desdén de los alumnos


La clave de la educación no depende del acuerdo entre partidos ni del superpoder de un partido. Los partidos son cada vez más excéntricos respecto a la sociedad juvenil y a la transformación que representa su clase de cultura, a la que consideran, como consecuencia, excéntrica, necesitada de una fuerte corrección. Diagnostican el fracaso de los muchachos como efecto de la falta de autoridad, la pérdida de la virtud del esfuerzo, la inasistencia a las aulas y los frecuentes cambios en la ley. No se preguntan, en cambio, por qué los alumnos se esfuerzan tan poco, por qué no respetan a los profesores o por qué no atienden, en general, durante las clases. ¿No será que los contenidos y las formas de la enseñanza se encuentra en una crisis sustantiva y extensiva, tan radical como universal?

La falta de autoridad del profesor no será nunca remediada por una acción del PSOE o del PP: cuanto más partido político se ponga a la vista más empeora el paisaje. Los partidos políticos ocupan los lugares más bajos en la estimación de la juventud, incluso por debajo de la familia o de la policía. Una buena educación nunca saldrá de sus facciones. Y menos todavía, Dios no lo quiera, si se llegara al pacto "para una generación". Las generaciones en las que consecuentemente piensa Rajoy han desaparecido de la historia, del mismo modo que las temporadas/temporadas hace tiempo que no existen, gracias a Zara o H&M. Una generación orteguiana es hoy un tramo mastodóntico. Media docena de leyes en nuestra reciente democracia pueden parecer muchas pero, en el siglo XXI, la educación deberá variar continuadamente y no a golpes de ruidosas leyes. Mucho menos, desde luego, a través de ejercicios de mezquina estrategia política, tan relativamente atentos a la calidad objetiva del servicio como obscenamente enfrascados en el autoservicio. [ + ]Vicente Verdú. El País 17-11-05.

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