domingo, diciembre 11, 2005

Humo y libertinaje

Apenas faltan tres semanas para que los fumadores, por el peso de la ley, pasen a ser delincuentes sociales en España. En las Naciones Unidas ya no admiten a trabajadores que fumen; imagino que consideran que los fumadores son seres incapacitados, dependientes de un innombrable vicio, gentes sospechosas de moralidad dudosa. En los países obsesionados con la salud y que han entronizado el culto al cuerpo, fumar se ha convertido en un factor discriminatorio mayor que el que puede ofrecer la religión. Habrá incluso quien prefiera como compañero de trabajo a un no fumador corrupto que a un licenciado con idiomas que fume. Un fumador aporta gran peligro: es un terrorista de la salud y un suicida -cuando no asesino- en potencia.

Puestos a imaginar que la ley antitabaco triunfa -algo hará, desde luego, aparte de convertir a cada ciudadano en policía antihumo-, se salvarán muchas vidas, desde luego; más gente llegará a vieja. Magnífico. ¿Se pondrá el mismo empeño en que esos viejecitos rescatados del mal vivan una vida digna? ¿Lamentaremos entonces los impuestos que el Estado deja de ingresar por el tabaco? ¿Acaso se les reprochará a esos ex fumadores haberlo sido y se les dejará tirados? ¿Cuántos viejos viven ya como si fueran fumadores marginados sin haber fumado un cigarrillo en su vida? La nueva ley creará nuevos delincuentes sociales -los fumadores-, pero su debilidad es la arbitrariedad en haberles escogido a ellos, precisamente. MARGARITA RIVIÈRE. EL PAÍS - 11-12-2005 . también aquí

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