No entiendo el empeño de los defensores de la asignatura de religión católica como enseñanza mínima obligatoria de nuestro sistema educativo; en una sociedad democrática y avanzada como la nuestra en el respeto al individuo y a sus opciones personales, algunos se empecinan en que otros califiquemos de 0 a 10 algo tan personal como la opción religiosa que cada uno toma en su vida.
Además estamos hablando de menores de edad que profesarán la religión que sus padres les den a conocer hasta que sean adultos y puedan elegir. Por lo tanto, los docentes estaríamos valorando la cantidad de devoción con que cada padre profesa su religión, porque ellos lo transmiten a sus hijos de manera muy directa.
Con este empecinamiento me obligan a pensar que son muy conscientes de que si no se obligara su estudio, por inclusión en las enseñanzas mínimas obligatorias, esta es una opción que quedaría para aquellos que desde su libertad deciden seguir la confesión católica. Y con ello se convertirían en una minoría más, caso en el que parece muy procedente sacarla del currículo escolar y sustituirla por otra materia más acorde con las nuevas sociedades del siglo XXI, dígase: una asignatura que entrene a nuestros niños y jóvenes en el respeto, conocimiento y ejercicio de la democracia, el debate, la crítica, la tolerancia... que los prepare para el mundo globalizado en el que van a tener que desenvolverse en su madurez. seguir leyendo
"Calzado con zapatones de madera de fresno y suela de piedra. Porta una honda y un catalejo. Ayuda a encontrar los objetos perdidos por la personas buenas, pero no socorre a quienes tengan mala intención, burlándose de estos desde su escondite en la espesura".
martes, marzo 29, 2005
Laicismo para la escuela pública
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