
Durante 72 horas he vivido la experiencia de ser musulmana en Madrid. Vestida con un tilbab (vestido que llevan las mujeres religiosas por vocación) y la hijab (el velo islámico) recorrí desde las zonas madrileñas con más recursos económicos hasta las más humildes. Me he sentido temida y muy mal vista hasta por los ojos de algunos de los habitantes de mi barrio. E incluso al llamar para alquilar un piso y advertir que soy musulmana, me han negado el alquiler. Llamé por teléfono a varios anuncios de los diarios. En una de esas ocasiones me gritaron: “¿A vosotros no! ¿Váyase a su país!” Mi respuesta fue clara e inmediata: “Soy española y lo único que nos diferencia es que he abrazado el Islam, el Corán...”. Ante mis palabras, la mujer, disgustada y exaltada, contestó: “¿Que el piso te lo alquile el Corán!”. Un piso situado en Plaza España, dos dormitorios, baño, 70 metros cuadrados y, de renta, mil euros.(sigue)
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