jueves, abril 21, 2005

Herodes. ese gran hombre

Hubo reunión escolar. Las profesoras advirtieron con severidad de que detectan en el alumnado cierta falta de sentido de los límites. Entre los padres, expresiones de asombro: “ No lo dirá por el mío, que a lo mejor sí es un poco tal, pero es que está en la edad”. Un poquito más de charla y turno de preguntas. Miradas de reojo. Uno se rascó el cogote. Otro se hurgó la oreja. En esas sillas bajitas no hay forma de acomodarse. Finalmente, una madre pidió la palabra y planteó una duda: “ Mi hijo también me pega”. Otra: “ Mira qué arañazo”. Otro: “ Es que cierra el puño para dar con los nudillos, el muy cabrito”. Si la reunión dura media hora más, de allí sale organizado un somatén contra los niños. Los más inexpertos quedaron consternados: “ Si esto pasa ahora, cuando apenas tienen dos años y van a la clase de las ardillas, ¿ qué será de nosotros el año próximo, cuando se conviertan en hipopótamos y sean ya tiarrones de tres años? Acudiremos a estas reuniones con moratones y el brazo en cabestrillo. A los niños habrá que colocarles pulseras conectadas al juez”.

Los niños están mimados. Es una coincidencia tan general que merecería un pacto de Estado y una comisión de investigación: estado de la infancia. Se ha publicado otra encuesta: el ochenta y pico por ciento de los profesores cree que los padres ejercen escasa autoridad sobre su hijos. Eso, los profesores de enseñanza media. Pues ya verán cuando lleguen las nuevas hornadas. Se anuncia el Apocalipsis: enseñantes convertidos al HERODISMO, bandas callejeras de bebés imponiendo su ley.

En defensa de los niños hay que alegar: a) los niños no se educan solos, b) los niños no son los únicos mimados. Cuanto mejor vivimos, más fina tenemos la piel. Esto vale para pequeños, medianos y grandes. La diferencia entre contratiempo y catástrofe está un poco diluida para los adultos, raro sería que se transmitiera bien a los niños; pero a los niños se les usa de ejemplo negativo para todo. A los nacionalistas se les describe como niños consentidos, “ ahora quiero esto, ahora quiero lo otro, y si no me lo das rompo el juguete”. También a los europeos nos ven como niños malcriados: no queremos responsabilidades militares, y exigimos a quien sí las asume que actúe a nuestro gusto, y si no, no te ajunto, y Bush, tonto malo y lo pego.

¿ Desea usted mano dura para sus hijos? Sí, siempre que la administren en la escuela. Ah, si consiguiéramos que la autoridad la ejercieran en la escuela, y que en la tele dieran contenidos educativos de cinco a nueve, los padres podríamos vivir libres de obligaciones y responsabilidades, felices como niños.

Un chiste de Miguel Gila: “ Yo a mi padre le respeté siempre mucho. Hasta que cumplí los cuarenta años no le pegué la primera paliza”. Para actualizar el chiste, cámbiese años por meses. En ese salto hay cincuenta años de la historia de España, de la posguerra civil al siglo XXI. Más no se puede progresar.

Antonio Martínez. El País

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