jueves, abril 14, 2005

Lo inesperado

A veces cuando menos te lo esperas, te encuentras algo que atrae tu atención, en los sitios más insospechados ves lo que no tenía que estar ahí, pero que está y no es lo que normalmente deberías estar viendo en el entorno que te encuentras.

Estaba en una mueblería, uno de esos grandes espacios, llenos de muebles de todos los estilos, donde casi todos los decorados menos los muebles, son de pega ( había un televisor que, pareciéndolo, lo toqué y era de plástico todo él); hay casi siempre horribles cuadros, para hacer ambiente y de repente, tres cuadros, que no contenían imágenes, en los cuales había escrito lo siguiente:


La sombra
es el grito de la luz
que dibujando me nombra,
sombra sobre sombra
( o sombra contra sombra)
me comenzaron a la vida.
Nunca pregunté porqué
yo estoy aquí con mi sombra,
voy camino de la nada.
Sólo descanso en el verso
que es mi sombra prolongada,
y si se va mi sombra
¿cómo sabré que existo?...


solo mi sombra
o el eco de mi nombre
o un aroma
de estancias invadidas
te alcanza donde yo fui,
ni sombra
ni acorde prolongado
ni perfume que escriba mi presencia.


Estuve allí,
entre el perfume agreste,
entre mis manos
que anunciaban ya el vacío
reciente de la sombra
se extendía mi sombra,
en los jardines.
Sola de soledad desperfumada,
¡ay!, pero esta soledad
de sombra sola,
perdiéndose en sí misma
ensimismada...

Perfil de los vacíos.
Sin embargo
es hija de la luz
oscura exacta.


Esto es lo que me encontré, no se a quién pertenece, ni tampoco lo ponía, ni ninguno de los empleados lo sabía, cuando ellos comenzaron a trabajar, los cuadros ya estaban, dicen.

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