domingo, noviembre 20, 2005

Treinta años no es nada

Madrid. "¡Españoles, Franco ha muerto!" Estas palabras fueron pronunciadas por un presentador de televisión con gesto de solemnidad y duelo hace 30 años, el 20 de noviembre de 1975, para anunciar que la máxima autoridad de la dictadura fascista surgida tras la cruenta Guerra Civil había dejado de respirar, tras una larga agonía. Había muerto Francisco Franco Bahamonde, ese hombre bajito, regordete y con voz de niño malcriado que dejó a su paso una estela de asesinatos, represión y sangre.

La noticia de aquel 20 de noviembre de 1975 sacudió a todos los españoles de dentro y de fuera del país, incluidos los centenares de miles de exiliados que estuvieron durante 40 años a la espera de la muerte o caída del dictador que les expulsó de su tierra. Pero las llamadas "Dos Españas" se manifestaron con nitidez con el fallecimiento de Franco: para sus partidarios se había ido "el caudillo", "el más grande de España", "el general que evitó que el país cayera en las garras del comunismo y la masonería"; mientras para la otra mitad, la de sus detractores, había muerto finalmente "el tirano", "el dictador fascista más cruel de Europa", "el responsable de la muerte, la represión y la diáspora de millones de españoles", "el general que dos meses antes de morir firmó sus cinco últimas ejecuciones sumarias".

Francisco Franco se convirtió en el referente de la sublevación militar que derivó en el estallido de la Guerra Civil (1936-1939), al asumir el mando de las llamadas "fuerzas nacionales", las defensoras de la ideología fascista, para derrocar al régimen de la II República española, de Manuel Azaña. Después de tres años de guerra sangrienta entre ciudadanos del mismo país, finalmente las huestes franquistas se hicieron con el poder e instauraron un régimen dictatorial y fascista con la connivencia y colaboración de la Iglesia católica, en el interior, y de las grandes potencias occidentales, en el exterior, incluida Estados Unidos. [seguir]

Para los que les guste el tema pueden leer. Franco, el gran manipulador. por Paul Preston

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