“Entonces, si al automóvil se le quiere como a una persona- sugirió el cacique – es un ser vivo”.
En el año 1958 siguiendo la corriente del Orinoco, logré adelantarme lo suficiente en la selva amazónica, perdiéndome en la densidad de una naturaleza que te envolvía con una fuerza capaz de devorarte. Llegue de esta forma, a realizar un inusual descubrimiento, pues halle un poblado indígena virgen, un lugar donde, hasta mi presencia, no había llegado la civilización.
Logré hacerme comprender en un dialecto de la cuenca del Casiquiare, que se parecía mucho al desconocido idioma que ellos hablaban.
Reproduzco esta parte de la conversación que nunca olvidaré: “¿Carreteras?¿ qué son?” Me dijo la cabeza visible de la aldea. Y a sabiendas que no me comprendería ...(sigue)
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