lunes, mayo 23, 2005

La mala educación

el grito

Estamos acostumbrados a escuchar a los representantes de la estructura de gobierno de la Iglesia (cardenales, obispos, párrocos, etc..) defender sus postulados en materia de comportamiento social, con ideas totalmente retrógradas, descalificantes muchas veces, y con una arrogancia mesiánica, utilizando exabruptos de lenguaje callejero. Ellos interpretan lo que Dios quiere para sus fieles, basándose en no se sabe que fuentes, y diciendo que la moral es una y que no puede cambiar, extremo éste que, con la trayectoria seguida a través de los siglos, no se sostiene.

Además no se conforman con adoctrinar a sus fieles sino que quieren que los gobiernos cambien las leyes en el sentido que a ellos les parece para que las cumplan todos augurando grandes catástrofes si no se hace lo que dicen, catástrofes que después no aparecen por ningún lado. Son modos de comunicar de iluminados y maleducados.

Hay organismos dentro de la Iglesia que quieren utilizar otro tipo de métodos para expresarse, con respeto y humildad, aunque puedan sorprender o incluso escandalizar por ignorancia a algunos. Gente que piensa que otros modos pueden ser beneficiosos para la imagen de la Iglesia.

Gente que en vez de morder y descalificar, expresan sus posturas con sensibilidad, sin meterse con nadie y que convencen mucho más en la lucha que tienen contra el aborto, que los supuestos defensores fanáticos de la vida, que la defienden matando médicos que realizan abortos ( El Dr. Garson Romalis, médico dedicado especialmente a la realización de abortos, ha sufrido un ataque en su clínica por un joven perteneciente a un grupo antiabortista norteamericano. ).

Luego hay personas como Leonardo Boff que explica en entrevistas que le hacen, sin insultar, a pesar de que quizás debiera, que la iglesia tiene que cambiar si quiere ser la guía de los católicos, cambiar el rumbo y dedicarse a los pobres y preguntarse cosas. No es más sabio el que esta seguro de todo, sino el que duda.

Esta tipo de personas, son las que dan a la Iglesia lo que tiene de buena reputación, con sus dedicación y altruismo son en definitiva a los que la estructura de poder no hace ni caso. Siguiendo con su verdad revelada, sus pompas y su inmovilismo. Me parece que si quieren hacer su apostolado como Dios manda, debieran seguir esas formas y no las que nos tienen acostumbrados. Pero, allá ellos.

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