El lunes, Irán reanudó los preparativos para poner en marcha el proceso de enriquecimiento de uranio en la central de Isfahan. Se trata, evidentemente, de un desafío a la comunidad internacional, aunque cargado de cierta ambigüedad puesto que el Gobierno iraní ha aclarado que no dará de momento el paso más conflictivo, que consiste en colocar el hexafloruro de uranio en centrifugadoras para conseguir uranio enriquecido, un material que puede ser utilizado como combustible de las armas nucleares. La UE había anunciado que interrumpiría sus negociaciones con Teherán si aquel proceso se ponía en marcha, por lo que el paso dado por los iraníes es delicado. Ayer, se reunió la Junta de Gobernadores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), para advertir al régimen iraní de las consecuencias de su actuación. Acreditados analistas afirman que este 'tour de force' de Irán estaría encaminado a obtener mayores contrapartidas de su decisión de detener el enriquecimiento de uranio. Sin embargo, es claro que si la amenaza avanza hasta un cierto punto de no retorno, el conflicto podría resultar inevitable.
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