viernes, agosto 05, 2005

"Estoy enamorada de la vida"

"Cada vez que una famosa pronuncia la frase del título, lo hace como si fuera la primera que lo dice. Habría que buscar en la hemeroteca quién fue realmente la que abrió fuego con esa gilipollez."

"ESTOY ENAMORADA de la vida". Adoro esta frase. La leo cada mes, en el momento más bajo de mi existencia, en la peluquería, cuando tengo puesta la plasta del tinte en el pelo y al mirarme al espejo me veo apta para ser contratada en La guerra de las galaxias. Afortunadamente, miro a mi alrededor y veo que hay otras alienígenas como yo, todas con los pelos para arriba, todas espantosas, todas poseídas por las revistas, chupándose el dedo y poniéndolo en ese ángulo de la página donde otras alienígenas lo pusieron antes, todas contagiándose sus pequeñas infecciones: herpes labiales, hongos, virus de la gripe. ¡Ay, qué chiquillas! Todas leyendo: "Estoy enamorada de la vida".

La frase es una gilipollez como un castillo, vale, pero cuando una gilipollez se repite tanto, se convierte en genialidad. Yo (concretamente) creo que habría que rastrear en la hemeroteca para encontrar a la primera famosa que la puso en su boca.

Lo más cachondo de semejante gilipollez es que cada famosa la pronuncia como si fuera la primera famosa sobre la Tierra en decirla. Ay, qué chiquillas. Cuando una famosa dice: "Estoy enamorada de la vida", lo que está queriendo decir en realidad es: "No me como un rosco", pero sería muy fuerte ver una entrevista con semejante titular.

Ustedes se creen que la famosa es esa tía de vida excitante que echa polvos bajo la ducha, con el agua de la alcachofa mojando esos cuerpos furiosos de deseo, como escriben las redactoras de Cosmopolitan, que escriben unas cosas tan fuertes que, o bien es que tienen una vida sexual tan intensa que las imaginas escribiendo prácticamente desnudas mientras realizan el acto contra la pantalla del ordenador, o bien lo que les ocurre es que están enamoradas de la vida. La última cosa que leí que recomendaban era: "Pon un vibrador entre el cuerpo de tu chico y el tuyo cuando lo hacéis". Yo (concretamente) soy de las que piensan que mejor no liar más la cosa, vaya a ser que de tanto forzar la maquinaria acabemos estando enamoradas de la vida.

Ustedes se creen que a la famosa no le da tiempo casi ni a ponerse las bragas entre acto y acto. Pero yo, que sé mucho más que ustedes, sé que hay muchas que no se comen un rosco. Y no por esa pamplina de que su fama intimida. Para nada. Los hombres no se acercan a la famosa porque la famosa suele ser un coñazo supino y no piensa más que en seguir siendo famosa, y por eso acaba enamorada de la vida.

Elvira Lindo ELPAIS.es

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